
Con esta intención, Ivanov marchó al África Occidental con 200.000 rublos y la misión de cruzar éxitosamente chimpancés con humanos, mientras se instalaba en Georgia un centro con igual objetivo: la cría de monos-soldados con esperma de voluntarios.
Naturalmente, los experimentos fueron un rotundo fracaso. Ivanov, influenciado por las corrientes racistas de la época, inseminó a las hembras de chimpancé con semen de nativos, pensando que los negros estarían más emparentados con los monos que los caucásicos. Además de por motivos militares, la creación del hombre-mono hubiera supuesto para las enfermizas mentes del Kremlin la definitiva prueba de que descendemos de ellos, apuntándose un triunfo frente a las democracias occidentales, aún bastante religiosas por aquel entonces.
Ivanov regresó a la Unión Soviética, donde los progresos en la granja georgiana eran similares: cero. -Un último intentó de importar monos cubanos de Cuba (en la etapa pre-castrista) llegó a oídos de los Estados Unidos, que lograron abortar el plan.-
Ante el fracaso, en el año 1931, Ilya Ivanov, profesor de la universidad de Kharkov, que dejó a la humanidad un enorme legado de animales aberrantes como el Zubrón (bisonte-vaca) o el Zeedonk (cebra-burro), fue enviado al exilio, a la república de Kazajastán, donde moriría un año después al caer en una plataforma ferroviaria congelada.
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