Según un grupo de investigadores, la felicidad es contagiosa. El mismo equipo que en su día ya demostró que la obesidad y fumar se extienden en redes ha demostrado ahora que cuantas más personas felices conozcas en tu vida más probable es que tú también seas feliz.
Para demostrarlo han usado datos de 4.700 niños voluntarios en una gigantesca investigación sanitaria iniciada en Framingham, Massachusetts, en 1948. Han analizado un tesoro de datos de las fichas de seguimiento que se remontan a 1971, siguiendo nacimientos, matrimonios, muertes y divorcios. Los voluntarios también aportaron información de contacto de sus amigos más cercanos, compañeros de trabajo y vecinos. Y han valorado la felicidad usando un sencillo test de cuatro cuestiones. Se les ha preguntado con qué frecuencia la semana anterior, uno: disfrutaron de la vida; dos: fueron felices; tres: se sintieron esperanzados sobre el futuro y cuatro: sintieron que eran tan buenos como otras personas.
La filosofía, la sociología y otras disciplinas llevan siglos intentando desvelar las claves de la felicidad, ese estado al que aspira la humanidad y del que, no obstante, no existe una definición consensuada. Aunque aún no se ha conseguido la fórmula mágica que garantice la felicidad, sí se sabe que hay factores que influyen en la misma, desde el estatus económico, hasta la salud y la situación sentimental, pasando por las decisiones que se toman a diario.
El 60 por ciento de las personas que dieron una puntuación alta a las cuatro preguntas mencionadas fueron calificadas como felices, mientras que el resto fueron designadas infelices.
Conclusiones: Cada persona feliz adicional que se conoce, te hace más feliz. Y también han descubierto que la felicidad es más contagiosa que la infelicidad.
Si un contacto social es feliz, aumenta la probabilidad de que tú lo seas en un 15 por ciento. Un amigo de un amigo, o el amigo de una esposa o un hermano, si son felices, incrementa tus probabilidades un 10 por ciento. Un amigo feliz en tercer grado -el amigo o un amigo de un amigo- sube las posibilidades de una persona de ser feliz en un 6 por ciento.
Debido a que el estudio se realizó antes de que las redes sociales (como MySpace, Tuenti o Facebook) eclosionaran con tanta fuerza en Internet alcanzando la popularidad que tienen actualmente, provoca que aún no se sepa a ciencia cierta si la felicidad también se contagia en línea. Pero es más que probable ya que este tipo de tecnología aumenta el contacto con amigos, así que debería apoyar el tipo de contagio emocional que han observado los especialistas.
En la investigación también se detalla que la felicidad de los compañeros de trabajo no ha demostrado tener efecto en la de los sujetos analizados porque en el trabajo se mezcla el compañerismo con la competitividad y lo que para uno puede ser motivo de alegría, para otro lo es de tristeza.
La cercanía física también es determinante a la hora de contagiar la felicidad. De hecho, los amigos que viven a más de tres kilómetros influyen menos en este sentimiento que los más cercanos. En este sentido, los vecinos de la casa de al lado influyen más en la felicidad que los que viven en el mismo edificio, por ejemplo. Y a la pregunta de si la gente que vive en grandes ciudades tiene menos posibilidades de ser feliz que los que viven en pueblos pequeños, la respuesta es sí casi con toda probabilidad.
Otro dato que influye en la felicidad es lo posicionado que se esté en la respectiva red social. Así, estar en el centro de ésta –es decir, no sólo tener muchos amigos, sino que estos sean amigos de amigos– es un predictor de la felicidad. De hecho, mejorar respecto a la centralidad de la posición que se ocupa en la red social ha sido un indicador de un aumento en la felicidad de las personas analizadas.
Y es que tu estado emocional dependerá no sólo de las acciones o elecciones que tú hagas, sino también de las acciones o elecciones que hagan otros, muchos de los cuales ni siquiera conoces.
Como curiosidad añadida, resulta llamativo que según las conclusiones la felicidad de los cónyuges es importante pero no tanta como la de aquellos amigos del mismo género. Así, los investigadores afirman que, en particular las mujeres, se dejan influir más por las señales emocionales de sus amigas.
Y recordad: tener amigos gruñones disminuye tu propia felicidad en cerca de un 7 por ciento.
No hay duda, pues, que esta investigación sigue la tendencia creciente que hay en el planeta a medir el bienestar como un componente crucial de la salud pública. Más después que los científicos han documentado que las personas que se describen como felices suelen vivir más tiempo, incluso si padecen enfermedades crónicas. Así, no resulta extraño que ahora este equipo se disponga a examinar la difusión de la depresión, la soledad y tendencias de alcoholismo.
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