Como quiera que se definan los fantasmas en Occidente, en Oriente, en ocasiones, se consideran creaciones de la mente humana, tan reales e ilusorias como el resto de la creación.
Esto es especialmente cierto en el Tíbet, como descubrió la francesa Alexandra David-Neel. Cantante de ópera y periodista en su juventud, esta mujer aventurera sintió más adelante una gran fascinación por el Tíbet, y dedicó años a escribir sobre su cultura y su religión.
Le intrigaba particularmente un concepto místico del budismo llamado tulpa, entidad mágica que origina la concentración. El tulpa emerge de la mente de su creador, pero los demás pueden verlo y posee una voluntad propia. Su producción requiere una mente disciplinada, dada al aislamiento, la meditación y el dominio de ciertos rituales. Para el proceso es de vital importancia imaginar al ser que se desea crear.
El libro de David-Neel 'Magia y misterio en el Tíbet' narra cómo, en un período de varios meses, originó el tulpa de un monje rechoncho y alegre. Se convirtió en una especie de huésped amistoso, pero gradualmente fue ganando autonomía y su carácter dócil tomó un cariz agresivo. Adquirió lo que su creadora denominó "un aspecto vagamente burlón, taimado y maligno". Al final, la escritora decidió dar marcha atrás al proceso de creación y destruir aquel producto del pensamiento. Lo consiguió tras seis meses de ardua concentración.
Alexandra David-Neel, vestida de campesina en la imagen que encabeza esta entrada, fue la primera mujer occidental que visitó Lhasa. Murió en 1969 a la edad de 100 años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario