El cuerpo reacciona a las emociones y muchas veces no puede dejar de manifestarlas, aunque el discurso hablado vaya en sentido totalmente contrapuesto. El ejemplo paradigmático de todo esto sería el sonrojarse.
El lenguaje corporal es el lenguaje con el que habla el cuerpo, y puede ser complementario o contradictorio con lo que se dice. Así, según los expertos, en un mensaje, el impacto verbal incide en un 7 por ciento, el tono y los matices en un 38 por ciento; mientras que el 55 por ciento es lenguaje no verbal: para lanzar una mirada que mata no hace falta abrir la boca. No obstante, este lenguaje no es unívoco: no existen normas rígidas sobre lo que quiere significar; una mirada esquiva puede significar tanto una mentira como ser una señal de timidez. ¿Existe alguna posibilidad de interpretarlo entonces? Es importante clarificar si se trata de movimientos conscientes o inconscientes. Hay factores que no se pueden controlar, como el sudor o ponerse colorado. Otro aspecto importante es no considerar el 'hard sin el soft', el tipo de mirada, el tono de la voz, la piel, el olor, la ropa que se usa, el entorno, aseguran los especialistas recalcando que el buen observador ve lo que ocultan las palabras.
Una persona honesta contesta enseguida, habla en primera persona y no se muestra incómoda con los silencios. El lenguaje corporal del mentiroso: es el gesto excesivo o la represión para no ser descubierto. El mentiroso sobreactúa, mira fijo o ríe en exceso como ciertos vendedores y ventrílocuos. Las posturas tensas o tocarse la cara pueden ser señales de ansiedad. Para decir "no estoy de acuerdo", la imagen común es la mano en la cara, el pulgar sosteniendo la barbilla, el índice en la mejilla, y otro dedo tapando la boca. Los brazos o piernas cruzadas señalan posiciones defensivas y la cabeza hacia abajo la hostilidad. "En una entrevista comercial o de trabajo, se puede complementar la observación con preguntas abiertas que obliguen a dar respuestas y gestos aclaratorios que provoquen la contradicción. Indagar estos secretos cara a cara aumentan su poder", propone Horacio Krell, director del Instituto Ilvem. "Hay gestos que se pueden combinar con la palabra: encogerse de hombros para mostrar ignorancia sobre algo, abrir las palmas y levantar las cejas para mostrar sorpresa; o matizar lo que se dice con gestos como hacer un anillo con los dedos, levantar o bajar el pulgar, hacer dedo. Lo importante es considerar el conjunto y no el gesto aislado, porque éste es como la palabra y lo que hay que leer es la frase completa", destaca. Una advertencia es no realizar interpretaciones salvajes. "No se puede obviar el contexto. Si hace frío, el cruce de brazos no es rechazo, si alguien da la mano floja puede ser un cirujano que se la está cuidando. Otras veces, el gesto se usa para mentir: taparse la boca en el niño, tocarse la nariz en el adulto", dice.
A quien se le complica es al mentiroso, "ya que puede delatarlo su inconsciente. Es el principio que usa el detector de mentiras; el cerebro al recibir un doble discurso lo demuestra. Pero el que sabe mentir hace que la gente se trague la carnada con el anzuelo puesto. Las técnicas actorales permiten asociar el habla con gestos sinceros o eliminar los defectos", explica Krell. "Como el que miente se traiciona, la mejor manera de fingir es por teléfono. Por eso, al acusado se le interroga en una silla y a plena luz", dice Krell destacando que "para que el cuerpo no sea un aparato, hay que estudiarlo en sintonía con su aliada estratégica: la mente. Aislados son frágiles, pero unidos se constituyen en las armas más poderosas del hombre".
No hay comentarios:
Publicar un comentario